Los mercados globales han experimentado una buena dosis de volatilidad en los últimos años. Una combinación de factores geopolíticos y macroeconómicos, como el conflicto Rusia-Ucrania, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, y un entorno de tasas de interés elevadas (provocado por un período inflacionario debido a las interrupciones en las cadenas de suministro y el aumento del consumo tras la pandemia), han impactado las valoraciones de empresas, tanto públicas como privadas, así como la actividad de transacciones. Aparte de estos factores, un entorno altamente regulado de fusiones y adquisiciones (M&A) ha contribuido a un volumen de transacciones más bajo en los últimos años.
De cara a 2025, muchas de estas dinámicas parecen estar normalizándose, lo que señala un potencial significativo de crecimiento en M&A. Para los asesores, comprender las tendencias del mercado es fundamental para evaluar los riesgos y oportunidades que influyen en la valoración de una empresa y cerrar con éxito una transacción.
La mayoría de los banqueros de inversión están familiarizados con los diversos métodos para valorar una empresa: múltiplos de empresas comparables, transacciones precedentes, descuento de flujo de caja (DCF), entre otros. Sin tener en cuenta factores ajenos al negocio que afectan la valoración, cada método tiene su momento y lugar. Por ejemplo, usar un DCF para valorar una startup disruptiva puede no generar los resultados más precisos, ya que proyectar resultados financieros a cinco años vista puede ser poco fiable, además de la dificultad de contar con datos financieros históricos sólidos sobre los cuales basar esas proyecciones. Además, el DCF no siempre considera factores de mercado ni el posicionamiento competitivo de la empresa. Utilizando una combinación de métodos y entendiendo las limitaciones de cada uno, los asesores pueden llegar a valoraciones más precisas.
Este mismo enfoque debe aplicarse al valorar cualquier tipo de negocio en un mercado volátil. No existe un único método correcto para determinar la valoración de una empresa; en su lugar, es recomendable evaluar todos los enfoques según el caso. Aplicar un análisis de escenarios (base, alcista y bajista) permite reflejar distintos posibles resultados del mercado. Asimismo, los análisis de sensibilidad ayudan a evaluar el impacto de cambios en factores clave, como el crecimiento de los ingresos durante una recesión o el costo de capital en un entorno de tasas de interés elevadas.
También es fundamental evitar la dependencia exclusiva en múltiplos históricos si los mercados han cambiado significativamente. En su lugar, se deben emplear estimaciones a futuro o ajustar los referentes históricos según las condiciones actuales. Es importante monitorear la liquidez y los mercados de capitales, considerando los cambios en el acceso a la financiación y el coste de capital. Además, las valoraciones deben actualizarse con frecuencia y mantenerse flexibles conforme aparezca nueva información.
Finalmente, el análisis debe centrarse en los impulsores fundamentales de la empresa: flujos de efectivo, rentabilidad, posicionamiento competitivo y solidez del balance. Un enfoque basado en estos factores permitirá cimentar valoraciones más sólidas en entornos de alta volatilidad.